El 24 de marzo de 2015 el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) confirmó que esté año se presentará el Fenómeno El Niño en el país. Horas después declararon en emergencia la costa norte del Perú. Tormentas eléctricas azotaron Piura, Tumbes y Lambayeque. El Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri) confirmó que solo el desborde del río Tumbes afectó más de 7.500 hectáreas de cultivos de arroz, banano orgánico, cacao y limón. Las pérdidas superarían los doce millones de nuevos soles y perjudicaron a seis mil quinientos pequeños productores. En La Libertad, las aguas del río Chicama arrasaron cincuenta hectáreas de sembríos de arroz. En Piura, treinta mil pobladores de comunidades campesinas se quedaron aislados por los desbordes y embalses de las quebradas. En Chulucanas los relámpagos y truenos asustan a los niños, además de dejar completamente inundadas sus calles. Miles de personas afectadas en el norte del Perú. Eso sin contar las pérdidas en Tacna, Moquegua, Amazonas, Nazca y el resto del país. ¿Existe algo peor que el Fenómeno El Niño?

foto: jack lo


LLEGÓ SIN AVISAR
El 23 de febrero de 2015, el Gobierno Regional de Piura ordenó retrasar una semana el inicio de las clases escolares. No empezarían el 9 de marzo, sino el 16. No es saludable que niños estén obligados a soportar tan altas temperaturas. Es mediodía en Piura, los termómetros marcan treinta y cinco grados y el cuerpo siente cuarenta. En la oficinas del Gobierno Regional los empleados tampoco pueden trabajar. Se miran, mueven sus camisas, pero el calor nunca se va. Los ventiladores no cumplen su función. Son soplidos calientes que golpean la cara. “Este es el primer año que tenemos este sol. No es normal sentir tanto calor. Está fuerte porque no hay árboles. Estamos jodidos. Si seguimos así, en unos 150 años, adiós a la vida. Hay que sembrar”, dice Abraham Díaz, director de Norbosque, mientras se señala unas manchas que tiene en el brazo. “Esto es cáncer. Estamos jodidos”.

foto: jack lo


Norbosque es el Programa Regional de Manejo Sostenible de los Bosques Secos, que tiene la finalidad de congregar a los diferentes actores que buscan la conservación y aprovechamiento de estos espacios naturales, y así contribuir al desarrollo sostenible de la región. En Piura hay más de doscientas mil personas que viven en las más de dos millones de hectáreas de bosque seco, casi el 70% del departamento. En el Gobierno Regional, el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP), confirman que es muy difícil cubrir las necesidades de la región porque no tienen el dinero para hacerlo. Y junto a ellos, unos miles siguen expuestos al olvido. 


TRATANDO DE CONSERVAR
A 85 kilómetros de Piura se encuentra el pueblo de Locuto. Desde hace algunos años, los pobladores se dieron cuenta que no podían seguir talando el bosque y así buscaron otras alternativas. Estela Arroyo es la presidente de la Asociación de mujeres Apóstol San Juan de esta misma localidad. Desde el 2003 dirige un grupo de quince mujeres en la producción de alimentos derivados del algarrobo: pan, tofis, algarrobina y miel. Se dividen el trabajo entre todas y ganan 20 soles por jornal. Locuto es un poblado que pertenece al próspero distrito de Tambo Grande, en donde se produce cien mil toneladas de mangos al año, afianzándose como el mayor productor del Perú y exportador de esta fruta a mercados como Estados Unidos, China y Europa. Es así que en Locuto, además de la ganadería caprina, son la mano de obra en la agroindustria. Con los dos mil soles promedio anual que gana cada familia en el mundo rural, el dinero no alcanza y hay que buscar alternativas.

Ante la intensa sequía que venía de cinco años atrás, todos los campesinos querían que llegara el Fenómeno El Niño. Después de los de 1982 y 1997, toda esta zona se llenó de algarrobos, los pastos crecieron, la gente tuvo abundancia. “El Fenómeno El Niño es lo mejor que le puede suceder al bosque seco. Se llena de algarrobos, de grandes pastos, todo cambia. Mucho de lo que encuentras es lo que creció con El Niño del 98”, comentó Vicente Merino, sub gerente de Recursos Naturales del Gobierno Regional de Piura. Con un buen bosque, el ganado tiene alimento, la algarroba está sana y se puede aprovechar para hacer algarrobina y sus demás derivados. Hay floración, las abejas hacen su trabajo y cada una de las personas llegan a vender hasta cincuenta kilos de miel al mes. Sin embargo, los años buenos duran poco en el norte del país. La sequía siempre vuelve, se acentúa y seca todo. En el 2014 solo llovió una vez.

A unos veinte kilómetros de Locuto la comunidad de Ignacio Távara quiere combatir las temporadas secas con prevención. Con la ayuda del Gobierno Regional hicieron las trochas cortafuegos. Unos caminos de 50 kilómetros por treinta metros de ancho que evitan que las llamas se expandan por todo el bosque. Con esta iniciativa se están protegiendo cuarenta mil hectáreas. Después del Fenómeno El Niño de 1982, se perdieron ciento trece mil hectáreas por incendios forestales en todo Piura. Y algo les quedó de lección.

foto: antonio escalante

foto: jack lo

A fines de febrero, nadie pensaba que El Niño llegaría. Entrando a marzo la sequía estaba exterminando todo. En Ignacio Távara, habían vacas y cabras muertas en los caminos. Burros escuálidos raspando los troncos buscando algo qué comer. Ganado que vale 1000 soles por cabeza, se remataba a menos de doscientos. Las cajas para producir miel estaban inservibles en el suelo.   


NEGLIGENCIA PURA
La última vez que El Niño se presentó en el Perú fue entre 1997 y 1998. Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad e Ica fueron los más afectados. La Corporación Andina de Fomento (CAF) calcula que solo en el sector agrícola se perdieron seiscientos doce millones de dólares. Han tenido mucho tiempo para estar prevenidos pero contrario a eso, durante el último año en Piura, solo se ejecutaron 18 de las 115 obras que se necesitaban en las zonas vulnerables. Con los desbordes encima, el gerente general del Gobierno Regional, Pedro Mendoza confirma que no cuenta con los veinticinco millones de soles que necesitan para atender a la población que se ha visto afectada por El Niño en todo Piura.

foto: jack lo


“Acá siempre ha habido sequías y también siempre viene El Niño. Nosotros hemos planteado al Gobierno Regional de Piura que se haga un plan de contingencia con presupuesto para prevenir ambas. Pero no nos escuchan. En sequías y con El Niño, sufrimos mucho. Vivimos a las justas”, contó Francisco Sernaqué, Presidente de la Central de Comunidades Campesinas de la Costa – ECOBOSQUE, Piura, antes de saber que El Niño estaba por venir.


Con la sequía los animales mueren. No hay agua, no hay río, no hay canales. Hay incendios forestales. Cuando llega El Niño se inunda todo y se producen desastres. El bosque recuperado por las lluvias no se aprovecha tampoco. Los pastos crecen hasta dos metros y después de unos meses abandonados a su suerte el sol exagerado termina por acabarlos. La población vive entre la sequía y la inundación. No existe un plan de contingencia. No hay alternativas para el cuidado de la gente y mucho menos de los bosques. 


Llegó El Niño de pronto, llovió, se puso verde como un jardín y el agua está moviendo todo lo que está en su camino. No hubo planificación y las poblaciones pagan por ello.


¿Hay algo peor que el Fenómeno El Niño? La indiferencia.



VIDAS SIN NIÑO
VIDAS SIN NIÑO